El slice of life es uno de los géneros que más se prestan en los manga, y por eso mismo los japoneses tienen tanto apego a este tipo de historias contemplativas. Uno de los títulos que mejor representa este estilo y que sin duda es de los favoritos de los aficionados es Yokohama Kaidashi Kikou, un manga que saca lo mejor de las personas y que se ha convertido por méritos propios en uno de los grandes nombres de la pasada década.
La historia está ambientada en un futuro no muy lejano, donde la Tierra ha sufrido un gran cataclismo y la humanidad empieza a perecer. Nunca se llega a explicar lo que sucede realmente, pero el nivel del mar ha subido de forma significativa y ha inundado gran parte de las costas de todo el mundo. En Japón, el Monte Fuji entró en erupción y hubo un gran cambio climático. La mermada población vive ahora de forma mucho más humilde y no tardamos en saber que estamos ante el ocaso de los humanos, un fin que siendo inevitable, es aceptado por la humanidad. Es en este contexto donde conocemos a Alpha Hatsuseno, una androide que regenta una cafetería de carretera en una solitaria costa de Yokohama. Aunque pasa la mayor parte del tiempo sola (no hay mucha clientela), Alpha es una chica alegre, amable y, por suerte o por desgracia, inmortal. Aprecia mucho la compañía de sus amigos y vecinos, y con ellos descubre las maravillas que aún guarda este mundo a pesar de su declive. Acompañada por la cámara que le regala su amo y unas ganas enormes de ver el lado bueno de la vida, iremos descubriendo cómo sobreviven las personas en este nuevo mundo que se les ha impuesto, a la vez que veremos con nostalgia cómo pasa el tiempo para todos.
El manga, obra de Hitoshi Ashinano, empezó a publicarse en la revista Afternoon de Kodansha en junio de 1994, y terminó su serialización en febrero de 2006 después de completar 14 tomos recopilatorios. Parte de la historia se adaptó más tarde en una serie de dos OVA con dos capítulos cada una, realizadas por el estudio Ajia-do Animation Works. La obra es especialmente recordada tanto dentro como fuera de Japón, tanto por el estilo simple pero detallista de Ashinano como por la profundidad de sus personajes y las relaciones que establecen entre ellos. Aunque autoconclusivos, los capítulos tienen cierta continuidad entre ellos: los personajes cambian y envejecen, y detalles que pueden parecer insignificantes a primera vista reaparecen más tarde con una importancia renovada. Siguiendo su progreso, el manga nos cuenta una historia llena de momentos divertidos, pero también conmovedores y nostálgicos. El prólogo de YKK ganó el premio Four Seasons Award de la Afternoon para obras recién estrenadas y también el Premio Seiun al mejor manga en 2007.
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