Debido a su continuo mal comportamiento, el dios Izanagi exilió del cielo a su hijo Susanoo. Éste viajó hasta la provincia de Izuma, que actualmente forma parte de la prefectura de Shimane. No pasó mucho tiempo hasta que se encontró a un hombre de avanzada edad y a su mujer, llorando al lado de su hija. La pareja le explicó que en realidad tenían ocho hijas, pero fueron devoradas una cada año por un malvado dragón llamado Yamata-no-Orochi. El terrible monstruo poseía ocho cabezas y ocho colas, su cuerpo se extendía a lo largo de ocho colinas y se contaba que tenía ojos tan rojos como el vino. Kushinada, la joven junto a la que lloraban los ancianos, era la última de sus ocho hijas.
El dios les ofreció su ayuda a cambio de la mano de la chica. Los padres aceptaron y Susanoo transformó a Kushinada en una peineta, que escondió a salvo entre su pelo. Ordenó que construyeran una gran barrera alrededor de la casa, con ocho puertas en ella, ocho mesas en cada puerta, ocho cuencos en cada mesa, y cada cuenco lleno con ocho chorros de sake. Orochi llegó y se encontró el camino bloqueado, no consiguió atravesar la barrera a pesar de su altura. Su fino sentido del olfato notó la presencia del sake, la bebida que tanto le gustaba, y las ocho cabezas se hallaron en un dilema: querían beber el delicioso sake que les estaba llamando, pero la barrera se interponía en su camino, bloqueando cualquier forma de llegar hasta él. Una de las cabezas sugirió que echaran la zanja abajo, pero eso podría derramar la bebida y el esfuerzo sería en vano. Otra propuso que exhalaran su flamígero aliento y quemaran la barrera, pero entonces el sake se evaporaría…

La épica lucha entre Susanoo y Orochi es una de las más famosas de la mitología japonesa
Las cabezas empezaron a buscar una entrada y encontraron las aperturas. Ansiosos por el brebaje, metieron las cabezas por cada una de las puertas para beberlo. Pero la octava cabeza, que era la más sabia, les advirtió a las demás del peligro y se ofreció voluntaria para asegurarse de que todo estaba bien. Susanoo esperó su oportunidad, dejando que bebiera para darle impresión de seguridad y que informara a las demás de que no había riesgo alguno. Las ocho cabezas volvieron a entrar por las puertas y se bebieron con avidez hasta la última gota de los cuencos.
Cuando todas terminaron, Susanoo lanzó su ataque contra Orochi. Ebrio por beber tanto alcohol, la gran serpiente no fue rival para el dios, que decapitó todas sus cabezas y consiguió derrotarlo. Mientras cortaba su cuerpo, Susanoo encontró en la cola del dragón una excelente espada que la hoja de la suya propia no consiguió cortar. Más tarde presentó la espada a su hermana Amaterasu y ésta la llamo Ama-no-Murakumo-no-Tsurugi (“espada de las nubes que se reúnen en el cielo”), aunque posteriormente se la conocería con el nombre de Kusanagi (“cortadora de hierba”). Esta espada se convertiría en motivo de muchas otras aventuras que tendrían lugar en generaciones posteriores.
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