Masakazu Ishiguro no es lo que se dice un autor de primera línea, pero os aseguramos que es un grande de la ciencia-ficción. Quizás el problema es que muchas de sus obras se han publicado en revistas de menor repercusión, e incluso alguna es autoeditada, pero no por ello hay que hacerles caso omiso. Este volumen del que hoy hablamos, Getenrou, es un recopilatorio de historias cortas que se fueron publicando en la Mephisto de Kodansha desde agosto de 2008 hasta el verano de 2011, y es un buen exponente de lo que puede ofrecernos este hombre. Misterio, suspense, humor y ciencia-ficción en un cóctel que lo tiene todo para atrapar al lector.
El edificio Getenrou está habitado por inquilinos a cada cual más curioso. Mientras en uno de los pisos vive un chaval obsesionado por conseguir revistas eróticas con sus amigos, en otro puede estar viviendo un androide o un científico especializado en biogenética. Lo curioso es que aunque todos tienen su historia, parece haber un hilo conductor que las conecta a todas. La oficial de policía Saeko Sakuraba se encarga de investigar una serie de asesinatos, cuya pista le lleva hasta el peculiar bloque de pisos. ¿Qué misterios esconde y qué tienen que ver con él las muertes que se están dando en la ciudad? El caso acaba de empezar…
La verdadera gracia de Getenrou es que a pesar de estar presentado como un tomo recopilatorio de historias cortas, el autor nos sorprende enlazándolas para crear una historia única al final. Es posible que al principio sea difícil ver la conexión entre un capítulo y otro, pero según se desarrolla la trama (y sobre todo si volvemos a leer el tomo de nuevo) vemos que hay pequeños detalles que van uniéndolo todo desde el mismísimo principio. Ishiguro aprovecha bien el contexto de ci-fi en que se enmarca la acción y emplea algunos recursos que también se pueden ver en sus obras más serias, como Agape, aunque no se priva de buenas dosis del humor que tanto le caracteriza. Desde luego, parece un buen punto de partida para descubrir a este autor que sabe sorprender y divertir de forma increíble, a pesar de lo tapado que está respecto a otros dibujantes coetáneos.