El género de las mahō shōjo es uno de los que más se ha extendido a través del anime, y de hecho sigue estando más en auge que nunca. Los orígenes de este tipo de historias se remontan mucho antes de lo que imagináis, nada menos que a mediados de los 60, cuando se empezaban a emitir los primeros animes por televisión. Una de estas series fue Mahō Tsukai Sally (La brujita Sally, en España), que inició el género de las chicas mágicas y tiene el honor de ser la primera en una variedad de logos. Basada en el manga de Mitsuteru Yokoyama, autor de clásicos como Tetsujin-28 o Getter Robo, y sin duda marcaría un antes y un después en la concepción de historias para chicas.
Sally es la princesa del mundo de las brujas, Astoria, que tiene muchas ganas de visitar el mundo mortal para poder hacer amigas de su edad. Un día, la pequeña se teletransporta a la Tierra, donde usa sus poderes para alejar a un par de ladrones de dos niñas. Sally se hace enseguida amiga de ambas y decide quedarse indefinidamente, intentando ocultar siempre su condición de bruja. El autor reconoce su inspiración en la serie americana Embrujada, que se puso de moda en la época, y por tanto sigue la tónica de ésta en las distintas trapisondas que vive la joven bruja durante su estancia en el mundo humano.
El anime fue dirigido por Toshio Katsuka y Hiroshi Ikeda, y producido por la entonces todopoderosa Toei Animation. Aunque los primeros 17 episodios fueron en blanco y negro, los siguientes tuvieron la suerte de pasarse al color, siendo así una de las primeras series japonesas a color emitidas por televisión. Así mismo, cabe decir que en un sentido bastante amplio podría considerarse también como el primer anime shōjo, teniendo en cuenta a quién iba dirigido y que las anteriores producciones animadas fueron hechas para un público muy general. La historia se convirtió en un clásico y recibió una segunda parte de 88 capítulos en 1989, complementada con una película estrenada al año siguiente.