Volvamos atrás en el tiempo, a un momento en que los videojuegos eran en dos dimensiones y el pixel todavía era el rey de las pantallas. Así como quien dice, la era de los 16-bit se convirtió en el Renacimiento del ocio electrónico, un momento en que la calidad de los videojuegos crecía de forma exponencial con cada año que pasaba. Por tanto, es normal que muchos de los mejores clásicos de la historia nacieran durante este periodo, donde algunas compañías brillaron con más fuerza que nunca. Entre ellas, la mítica Quintet, que nos ofreció algunos de los títulos más impactantes que podemos recordar.
Quintet fue fundada en 1987 por dos antiguos integrantes de Nihon Falcom, Tomoyoshi Miyazaki (guionista de los primeros Ys) y Masaya Hashimoto (director, diseñador y programador de la compañía). El primer juego en el que trabajaron fue Legacy of the Wizard (Dragon Slayer IV), todavía dentro de la propia Falcom. No fue hasta 1989 cuando finalmente dieron el paso de emanciparse por completo. Gracias a sus contactos, el compositor Yuzo Koshiro les prestó su ayuda componiendo las melodías de su título inaugural, a la vez que su hermana Ayano se encargaba de diseñar los personajes. El juego en cuestión era Actraiser, recordado actualmente como uno de los mejores de todos los tiempos.